…”son mis amigos de la infancia y van marchando sin noción, todos cantando un ave guerra y ellos cantan the Wall”…
Ya perdí la cuenta de las horas, los días, las semanas y los meses desde que no veo a mis amigos; según creo yo, llevo un año, 8 meses y 22 días que no veo a ninguno de ellos. De vez en cuando me llegan noticias de cómo les está yendo en su vida, sé que unos están estudiando, al igual que yo contaduría, otros ingenierías y licenciaturas, algunos más ya desertaron por la razón que ellos creyeron apropiada.
Sé que algunos ya empezaron a formar a su familia al “juntarse” con una pareja, al concebir un hijo o hija, incluso algunas de mis amigas ya tienen a sus respectivos hijos (as) y lo mejor de todo es que parece que les está yendo bien en la vida, tal vez económicamente no, pero si en el aspecto familiar.
Aun a pesar de tener estas noticias, no logro sentirme bien, pues me llegan los recuerdos de aquellos días en las que no había preocupación de nada, pensar en cómo sería cuando fuéramos grandes, nuestros planes y sueños, nuestros deseos y más grandes anhelos, y aquí es donde entra la nostalgia, pues sé que muchos de ellos ya no los podrán cumplir, el pensar que aún tenían tanto por dar y demostrar y por razones completamente desconocidas para mí ya no están con nosotros.
Por alguna extraña razón logre comunicarme con una de mis mejores amigas: Alejandra. Ella ya ha formado su familia, su hija Maite esta próxima a cumplir el año de vida y nos pusimos de acuerdo para que la fuera a visitar a su nuevo hogar, hogar que ahora comparte con su pareja y con su hija. El día en que quedamos de acuerdo de vernos, yo estaba nervioso, no sabía cómo reaccionar ante la idea de que una de mis mejores amigas y que en su momento fue la mujer a la que amaba ya fuera madre de una preciosidad de niña. ¿Cómo se supone que reaccionaria al verla, al ver a su hija, hija que pudo haber sido mía? Sin más remedio que suprimir mis pensamientos fui a su casa. Al verla, no supe que hacer o que decir, estaba más hermosa que cuando la conocí, o igual y era por tanto tiempo que no había tenido contacto con ella, así que solo me limite a abrazarla y decirle que la había extrañado, ella me respondió con un yo también te extrañe y mucho, tal vez sintió por un pequeño momento lo que yo sentía en ese instante y por eso su reacción, no lo sé, y francamente no quiero saberlo.
Y ahí estaba ella, Maite estaba en su andadera a la mita d de la sala, rodeada por los sofás para evitar que la niña se fuera con todo y andadera hacia las escaleras, la vi y me quede sorprendido, el pensar que Ale (como le digo de cariño) había tenido una hija tan linda, tan risueña y coqueta, tan inteligente y vivaz al mismo tiempo. La verdad me dio mucha alegría el ver una pequeñita, tan llena de vida y saludable, y más aún, el ver a Ale feliz, esperanzada con lo que vaya a venir en el futuro, al padre de Maite, verlo también esperanzado y feliz por la llegada de tan linda criatura, y yo en ese momento me sentí feliz por que ver a las personas que quiero y estimo felices, me hacen a mi feliz.
Hubo un momento en el que platicando con ellos y viendo a la pequeña Maite jugar con sus sonajas, en el que empezó a sonar en el estéreo una canción de mi infancia llamada “Botas Negras”, en ese preciso instante mi mente voló de regreso a más o menos inicios de este nuevo milenio, cuando aún iba en la primaria, recuerdo en una obra teatral que montamos para el 6° año, una obra que le pusimos como fondo musical esa canción pues representábamos a un pequeño grupo de soldados que no tenían un porqué de estar peleando en una guerra que al parecer no tenía sentido alguno, pero aun que inmersos en la destrucción, el caos, la violencia y la muerte seguían hermanados el uno con el otro. Y así pasaron los días, hasta que uno por uno se fue yendo, hasta que todos quedaron separados.
Aun pienso que fue una obra con una temática muy avanzada para niños de 12 años, pero a mis amigos les gustó mucho, de hecho de todas las posibles obras que pudimos haber interpretado esa que escribí fue la que quisieron. Pasaran los años y yo seguiré sin entenderlo.
No solo haber escuchado esa canción ha hecho que me acuerde de mis amigos de la primaria, si no que me hace pensar que tiene mucho años que no los veo, y si los llego a ver en la calle solo es un “¿Qué onda Víctor?, ¿Cómo has estado Jorge?, ¿Qué tranza chucho?, y ya no pasa de ahí el asunto.
…”aquí somos los botas negras, marchamos con temor marcando el paso entre las bombas, la muerte y el dolor; si no volvemos…si no volvemos hoy…”…
Me gustaría saber qué es lo que ha sido de sus vidas, ya también abran hecho como Ale y tienen su familia o que es lo que han hecho…. y no solo a los que menciones, esto es para: Víctor, Jorge, Jesús, José Eduardo, Violeta, Claudia, Diana Itzel, Raúl, Adriana, Sarah, Imelda, Jessica, Diego, Mónica, Nancy, Karen, Teresa, Oswaldo, Israel, Andrés, el Banda, Adán, Fernando, el Gato, Denisse, Jessica Estefanía, Daniel Ignacio, a todos y cada uno de mis amigos que no eh visto en ya mucho tiempo…..
“…aquí vienen los botas negras, nos gusta el Rock and roll…nos gustan esas fiestas que revientan con el sol, nos gusta la naturaleza, la hierba y el amor, nos gustan las protestas justas, odiamos la opresión…”