La primera plana de La Jornada de hoy rezaba así: “Bajo acoso, 10% de estudiantes de educación básica”. Remitía a un reportaje en interiores sobre el bullying (término inglés que bien podría sustituirse por “acoso escolar”) y la violencia al interior de las aulas escolares. Se mencionaba el auge de los medios electrónicos para trasladar el abuso de los patios de recreo al internet: subir peleas o humillaciones públicas a sitios como YouTube para dar “muerte social” a la víctima.
Sí, todo esto está muy mal, pero puede entenderse por qué se da: la niñez es una etapa difícil, es cuando uno comienza a formar su identidad, cuando hace sus primeros intentos por contestar la pregunta “¿quién soy?”; la confusión suele desatar la crueldad. No estoy justificando el abuso escolar, por supuesto, sólo digo que tiene una base.
Sin embargo, puede leerse en el reportaje que “esta práctica se prolonga por años y puede llegar, incluso hasta el aula universitaria”. ¿Qué pasa cuando llega incluso a la vida adulta o, peor aún, cuando ésta es promovida como conducta aceptable?
Como parte de la campaña publicitaria para la nueva serie / telenovela de Cadena 3, Las Aparicio, llega el juego “Castiga a tu hombre”. Para hacerlo, dice el comercial, sólo hay que entrar a la página oficial de Las Aparicio y seguir los sencillos pasos para jugar. Yo entré y, como no tengo hombre qué castigar, me castigué a mí mismo. Sólo hay que subir una foto para pegarla a un muñequito vudú, inventar un hechizo (sí, de verdad) y ponerse a jugar con los alfileres. Después envías la foto a todos tus amigos.
Si esta conducta es reprobable pubertos de doce años, ¿cómo lo será en mujeres adultas, universitarias, profesionistas, las mujeres del siglo XXI? ¿En eso consiste ser fuerte e independiente como se pretende mostrar a las Aparicio en la serie, en jueguitos de secundaria?
La “nueva mujer” no se detiene ahí. En las paradas de los autobuses puede leerse: “Si tu hombre te pide espacio, déjalo afuera”. No sé ustedes, pero eso me recuerda un poco a aquello de “a las mujeres hay que pegarles para que aprendan”, sólo que al revés volteado.
La sinopsis oficial de la serie dice: “mujeres contemporáneas, urbanas, decididas a tomar las riendas de su vida; la viudez les ha enseñado a no necesitar a los hombres para sobrevivir: ahora los tienen porque quieren y porque pueden”. Un discurso que pretende presentar a Las Aparicio como un concepto innovador. ¿Y qué en ser mujer y no necesitar de un hombre para vivir es una novedad? ¿Cuántas madres solteras no hay en México, necesitaron que una guerrera Aparicio llegue y les explique que pueden criar a sus hijos solas? ¿Y qué hay con todas las mujeres que se quedan cuando sus maridos se van de mojados a Estados Unidos, se sientan a esperar su regreso? ¡No! Salen adelante.
Y las Aparicio, ¿son tan cabronas como la publicidad nos dice? Son mujeres y aunque usted no lo crea son mamás y profesionistas (si yo fuera mujer me causaría alarma un mensaje así). Mercedes (la que aparece en las paradas del autobús con su puntada de “deja a tu hombre afuera”) pasa más bien su día preguntándose qué hizo mal para que su marido la engañara, porque en el mundo de las Aparicio todos los hombres son unos cabrones. No hay un solo personaje masculino en la serie que no busque de una u otra forma joder a alguna de las protagonistas. ¿En verdad el mundo es tan blanco y negro, de verdad somos tan cabrones y ellas las víctimas inocentes?
¿Hay machismo todavía? Sí, lo hay. ¿Eso es malo? Sí. ¿Ojalá no hubiera? Sí. ¿Falta mucho por cambiar? También. ¿Invertir los papeles de la víctima y el verdugo es la solución? No lo creo. ¿Fomentar una cultura de “castiga a tu hombre” va a traer algo positivo? Definitivamente no.
Al final de cuentas el feminismo, como el machismo, la homofobia y la heterofobia (que también la hay) es una arista de un mismo problema: el sexismo. Es dividir al mundo en hombre y mujer, en azul o rosita. No hay gran diferencia entre un “tú no puedes porque eres mujer” y un “tú has de ser un cabrón porque eres hombre”.
Por momentos parece que el discurso de Las Aparicio es el que no ha llegado al siglo XXI. Vivo en un edificio, y veo a los hombres subir a lavar la ropa, hacer de comer o llevar a los niños a la escuela. Conozco mujeres solteras que crían a sus hijos, manejan un negocio y todavía van y ganan competencias deportivas a nivel nacional, todo sin pasar por encima de nadie, y que llegue una serie donde la distinción entre hombre y mujer es tan tajante, tan sexista como en 1950, me parece un poco fuera de lugar.
. Si Cadena 3 quiere apostar por una televisión innovadora que presenta a las mujeres como “contemporáneas, urbanas, que toman las riendas de su vida”, debería, en lugar de sus campañas sexistas, difundir más la serie que transmite dos horas antes de Las Aparicio: Ahí está Gilmore Girls de lunes a viernes a las ocho de la noche. Aunque la serie en Estados Unidos ya terminó (duró de 2000 a 2007), en México es algo nuevo. Mismo concepto: tres generaciones de mujeres, las Gilmore, que van y conquistan el mundo sin dejarse joder por los hombres pero sin la necesidad de joderlos a ellos. Una serie donde lo que atrae al público no es cómo los personajes se destruyen los unos a los otros sino el lado humano de la vida, lejos de los muñecos vudú, las venganzas infantiles y el acoso en internet.
Entrada escrita el Lunes 10 de Mayo del 2010, por Ángel Suárez, en el blog colectivo Burda Seriedad (recomendado)
http://burdaseriedad.blogspot.com/