Con el infinito en su mirada, un anciano tenia el reflejo de la quietud de los astros en su rostro. A su alrededor había un sinnúmero de personas: hombres, mujeres, jóvenes y viejos, llegados de alejados rincones, quienes venían con la esperanza a flor de piel de llegar a ser algún día como él.
El largo mirar del maestro poco a poco regreso a su entorno. Su paz, fue reflejo en su voz al preguntar:
-¿El tuerto en tierra de ciegos es rey?
Muchos, al unisonó, contestaron afirmativamente. Igual, sin inmutarse, al mas seguro de su respuesta inquirió:
-¿En que basas tu afirmación?
-En que verá más que los otros y por lo tanto será el mejor.
Y el sabio dijo:
-Tienes razón al decir que un tuerto vera mucho mas que un ciego, pero, en este caso, no será el mejor. ¿Crees que seria el adecuado para gobernar donde los súbditos no son como él? No, por que tiene la incomprensión de un mundo ajeno. De llevarse a cabo tal reinado, rey y gobernados hablarían lenguas diferentes y, al suceder tal incomunicación, vendría el caos para el y para los otros.
Por lo tanto, el tuerto en tierra de ciegos no es rey, sino un idiota, por que es el único inadaptado en ese lugar.
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