Al querer salir el Pequeño Hombre de una agreste y oscura llanura, gritó lo mas fuerte que pudo y dijo lo siguiente:
-Necesito una luz, ¡una sola!, para iluminar mis pasos. Entonces escucho:
-Si eres el sol es concebible que hagas el día, pero si te haces la noche, solamente puedes engendrar oscuridad.
Aquella voz era de su Sombra –traía sus ropas hechas jirones por tanto pasar entre abrojos-, quien luego agregó:
-Quisiera que alguna vez cambiemos de posición y conozcas los estragos que causa estar a expensas de gente como tú, que solo pide y exige sin ponerse a pensar, a actuar y a trabajar, para entonces satisfacer sus necesidades. Tú pides una luz, ¡una luz pide luz! ¡Qué paradoja! ¿Te has puesto a pensar que lo puedes lograr, con tan solo abrir los ojos?…
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