Hoy desperté tarde, casi eran las 11 de la mañana y aun quedaban en mi, estragos de la noche anterior. Mi cuarto todo desorganizado que mostraba las huellas de aquella batalla que encarnizadamente tuvimos y q destruyo casi por completo mi cama, aquella cama que era testigo fiel de lo que ha pasado, no solo contigo, si no con otras personas con las que he tenido encuentros furtivos e incluso hasta prohibidos. Mi tocador está lleno de colillas de cigarros y un par de vasos ya vacios, aun costado, con su etiqueta verde aun pegada la botella de champagne que bebimos cual si se tratara de agua simple o de algún brebaje que nos haría olvidar los problemas que nos aquejaban.
Tratando de recordar cómo es que paso todo, recuerdo que la noche estaba lluviosa, yo acababa de llegar de nadar y estaba muy cansado. Tal vez pasaron 5 o 10 minutos y llamaron a la puerta, fui a abrir y me encontré con tu dulce carita angelical toda empapada por la lluvia, casi instantáneamente deje que pasaras. Te ofrecí una toalla para que te pudieras secar, pero aun me intrigaba algo, ¿que hacías en mi casa a las 10 de la noche toda empapada? Justo antes que te pudiera hacer esa pregunta tu me respondiste, pareciera que hubieras leído mis pensamientos; me dijiste: gracias por dejarme pasar, es que no tenia nadie con quien hablar. ¿Qué te pasa? -pregunte yo-, es mi esposo –dijiste tu-; y así pasaron los minutos, minutos que me parecieron eternos al escuchar todo lo que descubriste respecto a la infidelidad de tu marido y que estabas destrozada por dentro. No sabía que decirte o como actuar, pues él es mi amigo, y ni siquiera yo sabía de sus actos de injuria hacia ti, y lo peor es que yo sentía un coraje tan grande, porque yo hubiera dado mucho por tu cariño, ese cariño que uno cuando es adolescente pareciera no tener ni inicio ni final, un cariño que siempre tuve que reprimir, porque aun que te conocía desde la primaria siempre me trataste como tu mejor amigo, un cariño que se retorcía cuando me contabas sobre tus novios y tus ilusiones, y me dolió aun mas cuando me dijiste que te ibas a casar con Pedro.
Pero ahora ya estás aquí, tal vez no de la manera en que yo hubiera soñado o deseado que llegaras, pero no puedo sentirme mal al verte llorar y preguntándome que es lo que deberías de hacer, yo te dije que eso no era tan fácil de decidir, que lo mejor era que te dieras un tiempo y pensaras las cosas detenidamente, que no hicieras nada sin antes meditarlo. Y que no dudaras de mi apoyo, porque yo siempre estaré a tu lado, sin importar nada. ¿Por qué eres tan bueno conmigo? –Me preguntaste-, yo me quede por un momento en silencio, pensando en que es lo que te podía decir para que no llegaras a la conclusión más lógica y solo te respondí diciéndote que por que te quiero mucho y eres mi mejor amiga.
Pareciera que en ese momento recordaste que hace ya muchos años atrás yo me moría por ti (aun lo hago) y dijiste: ¿Aún me quieres?.....Si, aun te quiero –respondí- y sin dudarlo más me besaste, pero no era como cualquier otro beso que me hubieran dado o yo hubiera dado, este se sentía distinto, no solo por el hecho de que lo esperaba desde hace ya muchos años, sino que el calor que emanabas y la dulzura con que tus labios rozaban los míos hacia que a cualquiera se le erizara la piel. Pero justo en ese momento recordé a tu esposo y tus problemas con él, sabía que esa no era la mejor forma de desquitar esa ira que tuvieras contra él, y te lo hice saber, te quedaste pensativa y dijiste que yo debía de haber sido aquel con el que compartieras tu vida.
Me quede anonadado ante tal comentario, pensé: no puede ser posible que esto me este pasando en este preciso momento, en el que había mandado todo por la borda y en el que había renunciado por completo a tener tu cariño, pero el verte tan dulce y tierna, aun con el pelo mojado por la lluvia; tan natural, pues no llevabas maquillaje alguno y con una pequeña luz que irradiaba de tus ojos hacia que no pensara en otra cosa que no fuera estar contigo.
¿Es cierto lo que me dices?
Si, es cierto, cuando querías ser mi novio yo no quise por miedo a perder tu amistad, pero me he dado cuenta de que tu eres el indicado para mí. Apenas terminaste de decir eso, cuando de nuevo tus labios ya estaban posados sobre los míos, no pude evitarlo y correspondí a ese beso, aun cuando sabía que estaba haciendo mal. Te levante del sofá cargándote cual esposo carga a su mujer como recién casados, te lleve hasta mi habitación y ahí tuvimos un momento de máxima comunión carnal.
Ya al ser de mañana, me levanto de la cama, tu, aun sigues dormida, y trato de pensar en lo ocurrido, en sí estuvo mal o si estuvo bien, pero al verte dormir tan serena y preciosa en mi cama, trato de pensar si así será cuando tenga a mi esposa, porque por más que yo te ame, no serás mía, pues no me atrevo a destruir un matrimonio….
Pero solo por esta vez, actuare como si fueras mía, mañana, tal vez….
domingo, 27 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario.